El “buffet”, palabra de origen francés, está compuesto por una variedad de alimentos que se disponen por lo general en una mesa o mueble “ad hoc”, en que los comensales se pueden servir a discreción.

Los buffets libres ofrecen un método cómodo para servir a una gran cantidad de comensales, a quienes les otorgan la oportunidad de escoger libremente la cantidad y la variedad de los alimentos, con el estilo común de una comida tipo autoservicio, esto es, que las personas se pueden servir todo lo que deseen, sin limitaciones.

Una de las principales ventajas del buffet libre es que permite a los comensales a moverse con absoluta libertad y sentarse donde lo deseen.

Generalmente, el buffet dispone de dos secciones principales; una en la que se disponen los alimentos y los cubiertos y otra donde se encuentran las bebidas, la vajilla, la cristalería,  y las servilletas.

Al mismo tiempo, otra opción que ofrecen los buffets libres es la de un pequeño módulo central donde están ubicados todos los elementos, para que los comensales puedan retirar la comida, los cubiertos, la vajilla, y todo lo que necesiten, circulando en torno a él y escogiendo lo que quieren consumir.

Hay una norma protocolar para todos aquellos que concurren a un buffet, la cual consiste en que nunca deben llenarse demasiado los platos, sino que es preferible repetir posteriormente la comida deseada.

Vale aclarar que en los buffets libres se debe pagar un monto fijo  y el comensal se sirve lo que quiera de acuerdo a ciertas regulaciones establecidas por el sistema de cada local. De todas maneras, más allá de las denominaciones gastronómicas, la relación del hombre con los alimentos continúa siendo igual de variada y rica como la cultura